miércoles, 28 de junio de 2017

Más vale dar la lata.

Este poema, cuyo grueso lleva escrito desde febrero, no había encontrado el momento de soltarlo, de guardarlo en un lugar que no fuese en mi interior. Ahora una esquina de este blog, que comparto con quien desea acercarse a leer, será la que se encargue de soportar sus sílabas.

Trata de la falta de confianza, del deseo de alejarse del entorno, de querer olvidar el tiempo o de las noches en las que dormir está demás o de menos… pero se describe mejor leyéndolo.

Más vale dar la lata. Alejandrino (14 sílabas por verso).

Me deshice, por fin, de aquella vieja coraza,
que no de mi corazón que ya no me amordaza.
De trozos hizo trazas que cubrí con mi plaza,
le puse llave, y no hago caso a sus amenazas.

Anhelo no ser un olvidadizo ebrio errante
que no es capaz de pensar en nada ni un instante,
que no le importa ni lo urgente ni lo importante
y que nada de lo que él hace es interesante.

Pensé en amontonar cada piedra del camino
para construirme un enorme muro clandestino
y adornarlo con toques en lápices ‘Alpino’,
que está de moda alejarse de cualquier vecino.

Y es que ser parte del pastel es duro per se:
observar a través de la ventana y no verse
en el bodrio de sociedad que acabas de ver,
es oír sin escuchar lo que dijiste ayer.

Más vale pájaro volando que uno en la mano
y sueños por cumplir incluso después de anciano.
Se te hará tarde, aunque te levantes muy temprano
si lo que haces siempre te resulta cotidiano

Harto del todo vale que suena en mi cabeza,
que regresen las rejas con su delicadeza.
Tus quejas ya no dejarán de perder pureza
si la fuerza está en la razón y no en la certeza.

Di lo que quieras, pero la incoherencia mata.
"No es lo que diga, lo que hace es lo que le delata."
Si mientes, miente siempre, sino metes la pata
y, puestos a molestar, más vale dar la lata.

miércoles, 21 de junio de 2017

Neuroeducación.

Hoy traigo un tema que para mí es un campo a descubrir dentro de la educación. Sin embargo, cuando leo sobre él, suelo ser reacio a sus argumentos. No obstante, he de reconocer que los avances en él pueden ser asombrosos y nos ayudarán a mejorar nuestras prácticas educativas. Se trata de la ‘neuroeducación’. Y es que tal y como nos explica Francisco Mora aprender depende, en gran medida, de nuestros cerebros. Por tanto, el primer paso es conocerlos y reconocerles este hecho.
En este tránsito de conocerlos, ya nos afirman algo realmente simple que pocas veces cumplimos. Se educa, se enseña y se aprende a través de la emoción. Francisco Mora nos habla de evocar a la curiosidad… pero, ¿qué es la curiosidad? Groso modo es ‘aquello que despierta la atención’.
No hay razón sin emoción
Francisco Mora – 2015
Compartiendo lo que nos dice Francisco Mora, la cantidad de estímulos que hoy albergamos no implica en sí mismo un problema para el aprendizaje, sino implica una necesaria modificación de las maneras de aprender.
Por último, hay que resaltar la parte final de la entrevista que nos habla de la responsabilidad del maestro en el camino de la vida del aprendiz. Pues, cada día el cerebro de los menores está cambiando de manera acelerada y el docente va a modificar hacía un lado u otro la dirección de esos cambios.
Dura 14 minutos, ¡no te la pierdas! Entrevista a Francisco Mora, neuroeducador.
Lee, duda y escribe.

jueves, 15 de junio de 2017

Con esquís.

¡Y aquí está! El primer poema del año. Es un poema alejandrino (14 versos). Después de casi 5 meses sin publicar ninguno, lanzo uno que su grueso lleva escrito alrededor de 4 meses.

Tenemos miedos que nos impiden llegar: miedo a fracasar, a que nos señalen, a sentirnos nada… pero, a fin de cuentas, todavía no conozco a nadie que, en lo más recóndito de su ser, no busque lo mismo.

Con esquís.

Todos nosotros albergamos dentro un Bukowski
que quiere sexo mientras está tomando un güisqui.
Bajar las montañas de problemas con esquís
y fotografiarnos con los ojos de un ‘husky’.

Despertarnos tarde sin importarnos las horas,
acostarnos acompañados viendo la aurora
despojados de atavíos que no den demora
a las mejores caricias de la fauna y flora.

Gozar de los gustos y sollozar del placer,
sin absurdos miedos ni los temores a ver
el alma surcando el averno con Lucifer,
quien nos trae, en aspecto de pecado, poder.

Vivir en calma para soñar, por fin, despierto
sin males que partan desde nuestro aeropuerto.
Contar cada día como si fuese un acierto
el azar, que no supo cómo darnos por muertos”.

Conquistar los corazones por fas o por nefas
formando uniones fuertes como las sinalefas.
Seleccionar la mejor de todas las cenefas
compartiendo domingos de mantas y sofás.

Disfrutar la lujuria que nos trajo Afrodita
mientras preterimos cada una de nuestras cuitas.
Crecer con los años, como las estalagmitas,
y acumular la experiencia que la mente admita.

Hacer imposibles en los momentos difíciles
anteponiendo tus principios a los finales.
La felicidad no son los momentos felices;
hay que diferenciar heridas de cicatrices.

¿Todos o soy yo el que va a recitar estos versos
ajenos a cualquier doble moral que ande en curso.?
¿Todos o soy yo el que busca siempre en su discurso
el deleite que no encontrará en otro recurso?

jueves, 8 de junio de 2017

Diana Laufenberg: ¿Cómo aprender? De los errores.

Hoy presento una charla de Diana Laufenberg. Nos propone un tema realmente interesante a través de distintas anécdotas ¿qué diferencias encontramos en las escuelas de hoy con respecto a las de hace 50 años?
Nos es la primera vez que hablo de este tema. Es realmente curioso que podamos resumir lo que ocurre en las escuelas y los institutos como una transmisión de información y cultura. Lo realmente curioso es que este sea el resumen de las escuelas durante los últimos 50 años (incluso más...). Las diferencias sociales han cambiado tanto que mantener los mismo paradigmas parece una osadía. Nuestras escuelas fracasan: ¡basta!
En los sistemas educativos seguimos anclados como si la información y la cultura perteneciesen a una élite que es la única que puede transmitirla. Y esto, en cierto modo, no es cierto. Por suerte, las últimas generaciones y las venideras viven con internet que permite acceder a una gran cantidad de información de manera sencilla. Además, convivimos con él en la palma de la mano, en este caso, tal y como dice Diana Laufenberg ¿qué deberíamos hacer?
Puede que sea más fácil tener en cuenta que no deberíamos pretender. No podemos cambiar nuestro modelo educativo, en el aula o en el sistema, sin tener en cuenta algunas cosas. Nos muestra lo imprescindible que es partir de que los aprendices van a equivocarse, esto es parte del proceso de aprendizaje:
Hoy en día lidiamos en el paisaje educativo con un entusiasmo por la cultura de la respuesta correcta única que puede desprenderse de las pruebas comunes de opción múltiple: eso no es aprender. Es lo peor que podemos hacer: pedirle a los niños que nunca se equivoquen. (Diana Laufenberg – Diciembre 2010)
Esto me recuerda a una antigua entrada del blog, de mis favoritas, El Poder del Todavía. Quizá sea hora de dejar a un lado la idea de que hay que ir a la escuela a por información y la existencia de una respuesta única, a pesar de que desde el sistema educativo se siga insistiendo en eso. Así, si consideramos oportuno que necesitamos dar un cambio, es el momento de ser parte de este cambio. Como muestra Laufenberg, en nuestras aulas podemos realizar pequeños cambios que resultan realmente significantes.
No te pierdas esta charla, dura tan solo 10 minutos: Diana Laufenberg: ¿Cómo aprender? De los errores.
Lee, duda y escribe.